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domingo, 27 de julio de 2014

Madrid - Granada



Madrid-Granada, ALSA, enero de 2014.
Madrid-Granada, ALSA, January 2014.

Un viaje de vuelta se corresponde siempre con la figura de un gráfico. Esta comparación es válida para todo el mundo, sin importar cuál es el punto A, cuál el punto B, las características de ambos, la distancia que media entre ellos. Un gráfico con una línea que comienza su actividad en un momento determinado, un cruce de circunstancias concreto, y después va en ascenso, sin prisa pero sin pausa. A esa evolución sigue, irremediablemente, una altura máxima, un techo intangible pero cierto: es el auge del viaje. Cabría pensar que el auge coincide con su final, pero no es así; el viaje aún continúa, solo que a partir de ahí la línea emprende un descenso que solo acabará al llegar a casa de verdad, al soltar las maletas en el suelo y tu cuerpo, baldado por el viaje, sobre el colchón de tu cama (ya no recordabas cómo era tu propia cama, ¿verdad?).

There is this ideal image to compare a return trip to  a graphic chart line. This comparison remains valid for everyone, regardless of point A and point B, the features each of them could possibly have, the distance between both of these two destinations. A graphic chart line, its activity to be understood in a certain moment, the result of quite a precise intersection of circumstances, and then bound to rise, slow but steady. Such a line is inevitably meant to be followed by a subsequent maximum, a ceiling that might seem intangible but remains positively true — the trip has reached its peak. You would think that such a word in this context would logically imply the end of the trip  and you would be wrong to believe so. The return trip still goes on, and so does our graphic chart line, if only a descending one from now on, the bottom point to be reached only when you really get home, like the actual place where you live, and your baggage hits the floor just like your tired, knackered body will slump the mattress of your own bed. Oh, and since we are talking about your bed, you did not remember what it felt like, did you?

Auge y caída del Imperio Romano. Piensa en un libro de texto que contase tu propia historia. Piensa en la cronología que incluiría cada uno de tus viajes.

Rise and Decline of The Roman Empire. Try to think of a textbook that would deal with your very own history. Try and think of the chronology that would include each of your travels.

Para cada uno, no obstante, auge y caída suceden en distintos momentos a lo largo del viaje. Hay quien experimenta esa línea ascendente mientras prepara las maletas de regreso, cuando descubre que no le caben la ropa ni los regalos después de guardar todos los recuerdos intangibles que, una vez en casa, solo conservarán sentido, color y dimensión para uno mismo. El auge llega en el momento de la despedida, o cuando el punto A pasa zumbando, la última imagen que se tiene de él, tras la ventanilla del coche. A partir de ahí, la línea ya solo desciende: en el mostrador de facturación, en la espera tras encontrar la puerta de embarque, en el avión, entre las nubes. Hay quien lo siente todo como una evolución continua hasta el momento justo de entrar por la puerta de casa, el hogar es la cúspide y el descenso solo llega a la mañana siguiente o días más tarde, cuando se produce el regreso definitivo del viajero: no solo su cuerpo ha regresado, también su corazón. 

Admittedly, though, these rise and decline will happen at a different time for each of us. There are those who will experience that rising line while packing and getting ready to go home, a stage that comes with the shocking certainty that you will not be able to pack all your clothes and presents because your luggage is already bursting at the seams with intangible memories that only you will be able to decipher once you get home, their colours, sense and measurements only there for yourself. Then there comes the peak — the time to bid your farewells, perhaps, or maybe that moment when your last visual memories of point A zoom past the window of the car taking you to the airport. From then on, our dear line is only meant to go down — at the check-in desk, waiting after finding the right gate for your flight, while in the plane, a tiny moving point inbetween the clouds. And then there are people who would say the whole trip is an endless rise, up until that moment when you enter home, 'home' meaning 'peak', the decline set to happen the morning after or a few days later, when the traveller is now definitely back home, body and heart finally reunited.

Para mí, la línea asciende hasta el mismo momento de subir al avión, y el vuelo es una fase estacionaria: ya he dejado atrás el nerviosismo de los preparativos pero mantengo un agradable nivel de alerta: lo que acabo de dejar atrás, aquello a lo que regreso, las comodidades del avión, el paisaje tras la ventanilla, la persona que viaja a mi lado, la lectura del momento en mi Kindle. 

Personally, my line goes up until the very moment I board my flight, which serves as some sort of temporary stage, a straight line. Gone are the nerves from the pack-and-peace-out phase and yet I remain pleasantly alert, focusing on a variety of things — all that I just barely left behind, all that I am coming back to, the many conforts of my flight, the landscape at the other side of my window, my travelling companion, the current read in my Kindle. 

Mi fase de descenso comienza siempre en Méndez Álvaro y se extiende a lo largo de los kilómetros entre Madrid y Granada. España solo me alcanza cuando subo las escaleras mecánicas y me encuentro en la estación de autobuses, con sus colas en las taquillas, sus pantallas informando de llegadas y salidas que ahora solo son nacionales, la gente derrengada en los asientos metálicos, las máquinas expendedoras, la selección de sándwiches de Rodilla, la cafetería y el quiosco de prensa, la escalera mecánica hacia las dársenas, con sus anuncios de ofertas de viajes con eslóganes tentadores y melosos y los carteles que te recuerdan que has de ser precavido contra los posibles robos y extravíos. Soy consciente por fin de estar en mi propio país cuando busco la postura menos incómoda en el asiento del autobús y, con la cabeza apoyada en el grueso cristal de la ventanilla, reconozco el paisaje y distingo las poblaciones, letras blancas en los carteles azules. Ahora que ya me he despedido de todo cuanto se cierra con un adiós o un esperanzado hasta luego, ahora que mi lengua materna me acoge de nuevo en su seno, solo ahora mi cuerpo acusa por fin el cansancio, solo ahora admito empezar a contar en pasado lo que yo cifro aún en presente. Era, éramos, ha sido, fue. Tiempos verbales y sus crueldades sutiles.

My own personal decline starts always at Mendez Alvaro, extending along the kilometres between Madrid and Granada. Spain only catches me up when I go up in the escalator and into the bus station which could be portrayed through its many details — the queues for the ticket windows, the screens giving information on arrivals and departures that are not international anymore, people aching all over the metallic seats, the vending machines, sandwiches at Rodilla, the cafeteria and the press kiosk, the escalator leading to the bus shelters, bus travel offers popping up here and there with tempting, cheesy eslogans. I am only aware that I am now in my home country when I try and look for the less uncomfortable position to adopt in my bus seat and, resting my head on the thick window glass, I recognise the landscape outside and the name of the towns, white letters on the blue signs. Now that I have said 'goodbye' or a hopeful 'see you later' to everything that could possibly be waved off and closed with such words, now that my mother tongue lovingly takes me in once again — only now will my body acknowledge its weariness. Only now will I finally start using the past tense for all that I still tend to refer using the present. It was, we were, it has been, it had been. Oh, verb tenses and their subtle cruelty. 

Son cinco horas de Madrid a Granada, cinco horas que se alargan y extienden sobre la carretera como aquel chicle kilométrico que todos los niños de los noventa recordamos emocionados cuando alguien lo nombra. Me llega el sueño y me entrego a él para desgracia de mi cuello, mientras pienso en esa frontera extrañamente adecuada de Despeñaperros, una línea más, a juego con el punto de inflexión que llevas siempre dentro en un viaje de regreso.

It takes about five hours to go from Madrid to Granada, five hours that seem to spin out and extend along the road, just like that kilometric bubble gum known and dear to every nineties' child, a cherished memory that everybody will excitedly recall whenever somebody mentions it. I let myself drift off despite of the neck pain that will surely follow the sleep, all the while thinking about that weirdly appropiate frontier marked by Despeñaperros, barely another line and yet seamlessly matching that turning point that you always carry within yourself in every return trip.

sábado, 19 de abril de 2014

De la soledad y la prohibición / On Solitude and Forbidden Things


Pekín, Ciudad Prohibida, Li Jing Xuan (Pabellón del Hermoso Escenario), 19 de abril de 2014.
Beijing, Forbidden City, Li Jing Xuan (Pavilion of Beautiful Scenery), 19 April 2014.

Pues no es otro el anhelo del ser humano, antes como ahora: que donde hubo soledad se llenen los espacios vacíos, que lo que está prohibido se le conceda un día.

For this is the very only desire that human beings have always cherished and kept dearest to their hearts — filled voids where there only used to be solitude, the joy of indulging in what was once forbidden for us.


jueves, 23 de enero de 2014

Insomnio / Lately I've Been Losing Sleep


Yichun, China, 16 de enero de 2014.
Yichun, China, 16 January 2014.

A veces no puedo conciliar el sueño, o bien lo pierdo en algún momento de la noche, perturbado por alguna pesadilla, demasiado frágil para sobrevivir en la oscuridad. Despierto entonces, sola o acompañada por otros seres humanos, cuerpos que en esas horas solo son cáscaras vacías, sus consciencias lejos. 
En el silencio, mi mente es un animal aletargado que rumia.
Me preparo un té, clavo los ojos en el techo, voy al baño, miro por la ventana. Juego con mi cámara. 
Fuera hace frío, dentro mis talones desnudos rozan la moqueta. 
No puedo dormir. 

viernes, 3 de enero de 2014

Feliz Año Nuevo. Happy New Year. 新年快乐。



Pekín, 1 de enero de 2014.
Beijing, 1 January 2014. 

La primera Nochevieja fuera de casa. Las primeras campanadas en un restaurante español en Pekín, campanadas de expatriados, de viajeros del futuro. Explicarle a dos coreanos que comer doce uvas les traerá suerte en este año que acaba de comenzar. Abrazos internacionales, Anne Igartiburu e Imanol Arias otra vez. Fiesta en Wudaokou, Ron cola que envenena, Kazajistán.
¿Dónde estabas el año pasado?
Las personas que vienen y van, el balance que haces cada año. Lo que queda. Quienes quedan. Tantas historias, tantos lugares, tantas caras. Como cada año, lo has hecho bien y has metido la pata hasta el fondo; lo has intentado, te has rendido y te has vuelto a alzar, te has aburrido y te lo has pasado genial. Has querido y te han querido, te has enfadado, has dado mil vueltas. Lo cierto es que, un año más, todos lo hemos hecho lo mejor que hemos podido.
En 2013, yo...
No importa ya y, sin embargo, forma tu historia.
Un taxista que se aprovecha de tu careto extranjero para llevarte por medio Pekín, travesía nocturna antes de volver a casa. Conexiones por Skype con la familia en España, media hora mal contada de duermevela, las segundas campanadas, las de verdad, a las siete de la mañana hora de Pekín, con uvas y todo porque esa tarde comprasteis para un regimiento. Anne Igartiburu otra vez, con otros dos hombres (ella sí que sabe). Si comer doce uvas da suerte, comer veinticuatro habrá de convertirnos en las criaturas más dichosas de este mundo.
Hay un hilo conector entre todas estas anécdotas, entre el presente, el pasado y el futuro. Estás viviendo.
¿Dónde estarás el año que viene?

¿Cuál es tu propósito en este nuevo año?
Yo no tengo ninguno.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Palabras / Words



Xian, Museo Beilin, octubre de 2013.
Xi'an, Beilin Calligraphy Museum, october 2013.

Uno de los sitios que visitamos en Xian fue su museo de caligrafía tradicional, que era en realidad un hermoso espacio abierto, en el que la naturaleza, todavía vistiendo de verde, se mezclaba con arquitectura tradicional china. Seguimos las explicaciones de nuestro guía como buenamente pudimos, y se nos llevó, con la prisa propia de los viajes organizados, a una parte del recinto donde se ofrecían al visitante, recién hechas y para su adquisición, copias de las inscripciones en las viejas estelas y lápidas de piedra. 

En tiempos, se nos dijo, los estudiosos acudían a Beilin para estudiar, noche y día, estos libros de texto primitivos.

En la actualidad, ni siquiera muchos ciudadanos chinos conocen los preciosos y complejos caracteres tradicionales. Pero las viejas escrituras se conservan para todo aquel que aún se atreva a estudiarlas o, simplemente, admirarlas. En Beilin, los copistas utilizan reproducciones de los antiguos originales que preparan rellenando los moldes de los caracteres con tinta, tal y como dentro de las plantas fluye la savia. Después, con sumo cuidado, presionan contra estas imprentas grandes papeles de textura delicada, que absorben ese mensaje de hace siglos. Un trabajo metódico, pero delicado. Junto a las grandes planchas, las recopilaciones se venden en bonitas ediciones de portadas indescifrables.

Y así, lo que fue vuelve a ser, una y otra vez. Es el ciclo de todo cuanto vive; también de las palabras.