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domingo, 27 de julio de 2014

Madrid - Granada



Madrid-Granada, ALSA, enero de 2014.
Madrid-Granada, ALSA, January 2014.

Un viaje de vuelta se corresponde siempre con la figura de un gráfico. Esta comparación es válida para todo el mundo, sin importar cuál es el punto A, cuál el punto B, las características de ambos, la distancia que media entre ellos. Un gráfico con una línea que comienza su actividad en un momento determinado, un cruce de circunstancias concreto, y después va en ascenso, sin prisa pero sin pausa. A esa evolución sigue, irremediablemente, una altura máxima, un techo intangible pero cierto: es el auge del viaje. Cabría pensar que el auge coincide con su final, pero no es así; el viaje aún continúa, solo que a partir de ahí la línea emprende un descenso que solo acabará al llegar a casa de verdad, al soltar las maletas en el suelo y tu cuerpo, baldado por el viaje, sobre el colchón de tu cama (ya no recordabas cómo era tu propia cama, ¿verdad?).

There is this ideal image to compare a return trip to  a graphic chart line. This comparison remains valid for everyone, regardless of point A and point B, the features each of them could possibly have, the distance between both of these two destinations. A graphic chart line, its activity to be understood in a certain moment, the result of quite a precise intersection of circumstances, and then bound to rise, slow but steady. Such a line is inevitably meant to be followed by a subsequent maximum, a ceiling that might seem intangible but remains positively true — the trip has reached its peak. You would think that such a word in this context would logically imply the end of the trip  and you would be wrong to believe so. The return trip still goes on, and so does our graphic chart line, if only a descending one from now on, the bottom point to be reached only when you really get home, like the actual place where you live, and your baggage hits the floor just like your tired, knackered body will slump the mattress of your own bed. Oh, and since we are talking about your bed, you did not remember what it felt like, did you?

Auge y caída del Imperio Romano. Piensa en un libro de texto que contase tu propia historia. Piensa en la cronología que incluiría cada uno de tus viajes.

Rise and Decline of The Roman Empire. Try to think of a textbook that would deal with your very own history. Try and think of the chronology that would include each of your travels.

Para cada uno, no obstante, auge y caída suceden en distintos momentos a lo largo del viaje. Hay quien experimenta esa línea ascendente mientras prepara las maletas de regreso, cuando descubre que no le caben la ropa ni los regalos después de guardar todos los recuerdos intangibles que, una vez en casa, solo conservarán sentido, color y dimensión para uno mismo. El auge llega en el momento de la despedida, o cuando el punto A pasa zumbando, la última imagen que se tiene de él, tras la ventanilla del coche. A partir de ahí, la línea ya solo desciende: en el mostrador de facturación, en la espera tras encontrar la puerta de embarque, en el avión, entre las nubes. Hay quien lo siente todo como una evolución continua hasta el momento justo de entrar por la puerta de casa, el hogar es la cúspide y el descenso solo llega a la mañana siguiente o días más tarde, cuando se produce el regreso definitivo del viajero: no solo su cuerpo ha regresado, también su corazón. 

Admittedly, though, these rise and decline will happen at a different time for each of us. There are those who will experience that rising line while packing and getting ready to go home, a stage that comes with the shocking certainty that you will not be able to pack all your clothes and presents because your luggage is already bursting at the seams with intangible memories that only you will be able to decipher once you get home, their colours, sense and measurements only there for yourself. Then there comes the peak — the time to bid your farewells, perhaps, or maybe that moment when your last visual memories of point A zoom past the window of the car taking you to the airport. From then on, our dear line is only meant to go down — at the check-in desk, waiting after finding the right gate for your flight, while in the plane, a tiny moving point inbetween the clouds. And then there are people who would say the whole trip is an endless rise, up until that moment when you enter home, 'home' meaning 'peak', the decline set to happen the morning after or a few days later, when the traveller is now definitely back home, body and heart finally reunited.

Para mí, la línea asciende hasta el mismo momento de subir al avión, y el vuelo es una fase estacionaria: ya he dejado atrás el nerviosismo de los preparativos pero mantengo un agradable nivel de alerta: lo que acabo de dejar atrás, aquello a lo que regreso, las comodidades del avión, el paisaje tras la ventanilla, la persona que viaja a mi lado, la lectura del momento en mi Kindle. 

Personally, my line goes up until the very moment I board my flight, which serves as some sort of temporary stage, a straight line. Gone are the nerves from the pack-and-peace-out phase and yet I remain pleasantly alert, focusing on a variety of things — all that I just barely left behind, all that I am coming back to, the many conforts of my flight, the landscape at the other side of my window, my travelling companion, the current read in my Kindle. 

Mi fase de descenso comienza siempre en Méndez Álvaro y se extiende a lo largo de los kilómetros entre Madrid y Granada. España solo me alcanza cuando subo las escaleras mecánicas y me encuentro en la estación de autobuses, con sus colas en las taquillas, sus pantallas informando de llegadas y salidas que ahora solo son nacionales, la gente derrengada en los asientos metálicos, las máquinas expendedoras, la selección de sándwiches de Rodilla, la cafetería y el quiosco de prensa, la escalera mecánica hacia las dársenas, con sus anuncios de ofertas de viajes con eslóganes tentadores y melosos y los carteles que te recuerdan que has de ser precavido contra los posibles robos y extravíos. Soy consciente por fin de estar en mi propio país cuando busco la postura menos incómoda en el asiento del autobús y, con la cabeza apoyada en el grueso cristal de la ventanilla, reconozco el paisaje y distingo las poblaciones, letras blancas en los carteles azules. Ahora que ya me he despedido de todo cuanto se cierra con un adiós o un esperanzado hasta luego, ahora que mi lengua materna me acoge de nuevo en su seno, solo ahora mi cuerpo acusa por fin el cansancio, solo ahora admito empezar a contar en pasado lo que yo cifro aún en presente. Era, éramos, ha sido, fue. Tiempos verbales y sus crueldades sutiles.

My own personal decline starts always at Mendez Alvaro, extending along the kilometres between Madrid and Granada. Spain only catches me up when I go up in the escalator and into the bus station which could be portrayed through its many details — the queues for the ticket windows, the screens giving information on arrivals and departures that are not international anymore, people aching all over the metallic seats, the vending machines, sandwiches at Rodilla, the cafeteria and the press kiosk, the escalator leading to the bus shelters, bus travel offers popping up here and there with tempting, cheesy eslogans. I am only aware that I am now in my home country when I try and look for the less uncomfortable position to adopt in my bus seat and, resting my head on the thick window glass, I recognise the landscape outside and the name of the towns, white letters on the blue signs. Now that I have said 'goodbye' or a hopeful 'see you later' to everything that could possibly be waved off and closed with such words, now that my mother tongue lovingly takes me in once again — only now will my body acknowledge its weariness. Only now will I finally start using the past tense for all that I still tend to refer using the present. It was, we were, it has been, it had been. Oh, verb tenses and their subtle cruelty. 

Son cinco horas de Madrid a Granada, cinco horas que se alargan y extienden sobre la carretera como aquel chicle kilométrico que todos los niños de los noventa recordamos emocionados cuando alguien lo nombra. Me llega el sueño y me entrego a él para desgracia de mi cuello, mientras pienso en esa frontera extrañamente adecuada de Despeñaperros, una línea más, a juego con el punto de inflexión que llevas siempre dentro en un viaje de regreso.

It takes about five hours to go from Madrid to Granada, five hours that seem to spin out and extend along the road, just like that kilometric bubble gum known and dear to every nineties' child, a cherished memory that everybody will excitedly recall whenever somebody mentions it. I let myself drift off despite of the neck pain that will surely follow the sleep, all the while thinking about that weirdly appropiate frontier marked by Despeñaperros, barely another line and yet seamlessly matching that turning point that you always carry within yourself in every return trip.

domingo, 9 de marzo de 2014

Refugios / Happy Places


Málaga, 13 de febrero de 2014.
Malaga, 13 February 2014.

Algunos días se viven con la conciencia de que han de devenir refugios. 

Days that are meant to become happy places in your heart.

domingo, 16 de febrero de 2014

Guayaba rosa / Pink Guava


Granada, Bohemia Jazz Café, 15 de febrero de 2014.
Granada, Bohemia Jazz Café, 15 February 2014.


En el Bohemia se agolpan los libros y cachivaches vintage en las estanterías, las fotografías y recuerdos en las paredes, la gente en las mesas. Los sábados, además, los acordes brotan de las manos, memoria y corazón de un pianista ya anciano, silencioso y de traje. Un cartel a la entrada del local anuncia el comienzo del espectáculo a las once de la noche, pero el placer de la música se hace esperar. Las miradas se concentran, expectantes, sobre el hombre que, encaramado a un taburete de madera oscura, se sienta a la barra del café, consume quizá alguna de las bebidas de fantasía de la carta. Se sabe que es él quien ha de acariciar las teclas del piano negro como se sabe que la nieve es blanca o que dos más dos son cuatro, porque sus pasos y su presencia son los de un discípulo de Euterpe. 

El camarero apalabra las mesas más cercanas al influjo de la música. El ritmo de la conversación decrece, como si obedeciese a una señal secreta.

Las once y cuarto. Piano jazz y tú te pides un zumo de guayaba rosa.

At Bohemia Jazz Bar Café, books and vintage pieces and tchotchkes pile on the shelves, walls are covered with old photographs and memories and people fill the tables. Saturdays are also for the chords played by an already elderly, silent, suit-wearing pianist. According to a sign at the entrance, the show is scheduled for 11 pm, yet the pleasure plays hard to get. All eyes are on the man who, perched on a dark wood chair, sits by the counter, perhaps sipping at one of the fancy drinks from the Café's list. You know that he is about to caress the piano keys the same way you know that the snow is white or that two plus two equals four, for his steps and appearance are suitable for a disciple of Euterpe.

The waiter save for some lucky clients the tables closest to the music spell. Conversations tone down, as if following a secret sign.

Quarter past eleven. Piano jazz plays and you order a pink guava juice.

La estrella invitada / Shit Happens




Granada, Albaicín, calle Panaderos, 15 de febrero de 2014.
Granada, Albaicin (Panaderos street), 15 February 2014.

Historia de una foto con estrella invitada. Puede decirse, cuanto menos, que fue una actuación espontánea.
Sometimes shit just happens, you know. As in, literally. Local dog taking a dump — check!

miércoles, 12 de febrero de 2014

Horizonte / An Horizon


Granada, Albaicín, 9 de febrero de 2014.
Granada, Albaicin, 9 February 2014.

Casas destripadas, la ciudad extendida como una manta ante tus ojos.
Gutted dwellings and the town spreaded out like a blanket before your eyes. 

sábado, 4 de enero de 2014

Recortes. Cutbacks.


España, 2 de enero de 2014.

Spain, 2 January 2014.


Parados de larga duración que salgan del país, definitivamente excluidos del sistema sanitario

(Long-term unemployed Spanish expats-to-be, deprived of the national health service)

Te desangras lentamente, España, pero te desangras.
You are bleeding a slow death, Spain.

viernes, 30 de agosto de 2013

El gato negro / Le Chat Noir



Granada, 29 de agosto de 2013. 
[Paseo de los Tristes]
Granada, 29 August 2013. 

Este gato negro es uno de mis mejores modelos hasta la fecha. Nada de robados torpes y apresurados. Posó con la elegancia característica de su especie, lánguido e indiferente, la mirada brillante a lo suyo, pelaje negro y lustroso. Era una noche fresca de agosto y ahí estaba él, tan tranquilo, echando el rato sobre el pretil del puente. Cuando le inmortalicé, dio media vuelta y se largó, sin cumplidos.

Un tipo con clase.

This black cat is possibly one of my best models ever to date. You see, no awkward, rushed stolen shots here. It posed with the elegance inherent to its species, languid and nonchalant, a bright look minding its own business, with dark, glossy hair. It was a somewhat chilly August night and there it was, nice and easy, passing the time there on the parapet of the bridge. Once I immortalised it, the cat just turned round and left. No ceremonies.

A classy dude.

As I lay there with my eyes closed, I thought about the soft touch of the pads beneath the cat's paws, the cold triangular ears, the pink tongue. (...)
Haruki Murakami, The Wind-Up Bird Chronicle.

martes, 20 de agosto de 2013

Tokio, Londres, Granada / Tokyo, London, Granada





Granada, 21 de agosto de 2013.
Granada, 21 August 2013.

La última vez que vi a Hideki Sakomizu fue en Londres, en invierno. Mercado de Portobello, contra una pared de ladrillo rojo. Hideki venía de Tokio y tenía un sueño: recorrer el mundo cantando. Me pareció divertido. Mi sueño, pensé, es ir a tu ciudad. 

Quién me iba a decir a mí que volvería a ver a Hideki meses más tarde, en mi tierra natal. Sigue con su funda abierta a los pies y el cartel con el que se presenta a quien quiere detenerse a escucharle mientras sueña. Porque, obviamente, está haciendo realidad su ilusión.

Así que sigue soñando, Hideki, y hasta la próxima vez. El mundo es grande, pero no lo bastante como para que no lo recorras. ¿Y quién sabe? Tokio está lejos, pero no tanto como para no ir jamás.

The last time I saw Hideki Sakomizu was in London, during the winter. He was in Portobello Market, his back against a red brick wall. Hideki came from Tokyo and had a dream - to sing all over the world. I found it funny. My dream, I thought, is to go to your city.

Little I knew that I would see Hideki months later, in my hometown. He still keeps his guitar case open at his feet, as well as the sign with which he introduces himself to everyone who care to stop by and listen to him while he dreams. Because he is obviously making his dream come true.

So keep dreaming, Hideki, and see you soon, hopefully. The world is certainly big, but not so much that you cannot sing your whole way around it. And hey, who knows? Tokyo is far away, but not so much that I can never reach there.

martes, 23 de julio de 2013

Poesía pintada / Painted poetry




Granada, 22 de julio de 2013.
Granada, 22 July 2013.


Se llama Salvador y estaba sentado tranquilamente a la sombra, pintando, yo no sabía el qué pero él agitaba el pincel en un pote con agua y el tintineo contra las paredes de cristal sonaba a verano. Estuve a punto de pararme para curiosear, pero lo dejé estar, me dije: no vas a comprarle nada.
Subí hacia Plaza de la Trinidad. Bajé luego por Mesones. Salvador había convertido los postes y faroles en galería de arte callejera. Salvador tenía un tendedero de palabras frescas.
Lo llama poesía pintable. Y ahí está, colgada en la calle con pinzas de la ropa de colores, en este julio caluroso. No se la pierdan. 

His name is Salvador and he was quietly sat down in the shade, painting, I did not quite know what but there he was, carefully stirring a brush in a pot of fresh water, and the sweet clink against the glass sounded like summer. I was about to stop just to take a look, but finally let it go - you are not going to buy anything, I said to myself.
I went up to Plaza de la Trinidad and then down to Mesones. Salvador had turned the poles and lampposts into a street art gallery. Salvador had a clothesline full of fresh, brand new words.
He calls it 'painted poetry'. And there it is, hung in the street with colourful clothespins, in this hot month of July. Do not miss it. 

viernes, 12 de julio de 2013

Nothing Gold Can Stay




Granada, 12 de julio de 2013.
Granada, 12 July 2013.


Una luz mágica e indescriptiblemente hermosa. Indecisa entre el rosa y el naranja, abandonando el azul diurno a regañadientes, adoptaba toda una gama de matices a lo largo del cielo.

Aquella luz todo lo bañaba, cubría la ciudad y a sus habitantes y a todos los hacía más bellos, más dignos, más dorados. Sorprendida por aquel hechizo, alargó su brazo para ver si también podía pasar a formar parte de él y observó que sí, que también aquella extremidad se convertía en parte del milagro.
Contempló el paisaje, guardando silencio. También aquella ausencia de palabras y su propia mente parecían inundarse de esa luz que duró solo unos minutos y después se retiró, en una transformación gradual, dando paso a la noche.


A magical, indescribably beautiful light. Halfway between pink and orange, reluctantly letting go of the diurnal blue, it showed a whole range of subtle hues all over the sky. 

Everything was bathed in that light - the whole town and also the people in there, all of a sudden more beautiful, worthier, more golden. Surprised, she stretched out her arm to see whether it could also join the spell. It actually could, she observed - that limb became part of the miracle as well.
She gazed in silence at the landscape. That absence of words, as well as her own mind, seemed to also flood with that light that lasted only a few minutes and then gradually faded away, giving way to night.


Nature's first green is gold, 

Her hardest hue to hold. 
Her early leaf's a flower; 
But only so an hour. 
Then leaf subsides to leaf. 
So Eden sank to grief, 
So dawn goes down to day. 
Nothing gold can stay.


Nothing Gold Can Stay, Robert Frost

jueves, 11 de julio de 2013

Con los ojos bien abiertos / Eyes wide open


Granada, 3 de julio de 2013.
Granada, 3 July 2013.


Mantén los ojos abiertos. Mantén tu atención en el momento.

No te limites a ver. Mira. Y hazlo con los ojos y la mente bien abiertos. 
Cuando miras en lugar de ver, el mundo se transforma. 
El sentido de la vista será, desde entonces, un elemento omnipresente, una puerta que se queda abierta.
Miras y en cualquier momento podrías encontrar. Un instante que merezca la pena atrapar, un nuevo grado de comprensión, un rostro que se distingue de los otros, una emoción que estalla, el atisbo de una historia ajena. Las posibilidades son infinitas.
Vives y piensas, y sueñas y caminas, hablas, ríes, descubres, paseas, y mientras miras.
Tus ojos ya nunca serán los mismos.
Nunca, ¿qué significa "nunca"? ¿Cómo medir esa palabra?
"Nunca" significa vislumbrar un arcoiris de repente, un instante, siete colores trazando un puente a algún lugar, y entonces desaparece y tú esperas, pero ya no vuelve a salir.
Por eso, no veas. 
Mira.

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Keep your eyes open. Stay focused on that very moment.
Do not confine yourself to just seeing things - rather, look at them. Moreover, do it with your eyes and mind wide open.
When you look at things rather than just seeing them, your whole world changes.
The sense of sight will always be, from then on, an omnipresent element, a door that remains permanently open.
When looking at things, you might come across something anytime. An instant worth capturing, a new shade of understanding, a face that stands out the rest, a bursting feeling. Possibilities are endless.
You live and you think, and you dream and walk, talk, laugh, discover, stroll, and all the while you are looking around you.
Your eyes will never be the same.
Never. What does 'never' mean? How are we supposed to measure such a word?
'Never' means catching a glimpse of a rainbow, barely a brief instant, seven colours in the sky drawing a bridge to some other place, and then it dissapears and you keep waiting and hoping for the rainbow to come again, but it is gone.
That is why you must not just 'see'.
Look.

jueves, 4 de julio de 2013

Hombre sin rostro / Faceless man



Granada, 3 de julio de 2013.
Granada, 3 July 2013.

¿Quién conoce las facciones del hombre sin rostro?
¿Qué expresión hay oculta detrás de la paloma blanca?

No sabemos si el hombre sin rostro está contento o triste, enfadado o dolido. Relajado o nervioso. Quizá sonríe con orgullo, sus mejores galas para el retrato. Quizá estaba con la mente en otra parte. Quizá está asustado por el aleteo repentino a un palmo de su cara.
Acaso piensa en sus problemas.
Acaso esté melancólico y hasta incluso un poco cansado. Al fin y al cabo, son años y años los que lleva ahí el hombre sin rostro, más de los que tú y yo tenemos, quizá incluso más que los de la eterna señora del carrito, un poco más arriba, la que vende a precio de oro flores y canastillas de moras y frambuesas.
-¡Mamá, cómprame moras!
-Déjalo, ya las vemos en otra parte. ¿No te acuerdas que estas, la primera capa bien y luego debajo están todas aplastadas?

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El hombre sin rostro tiene ganas de moras aunque no las ha visto siquiera; por no ver, no ha visto ni el escaparate de la librería de lance que tiene justo al lado. Dichosa paloma. Pero sí, se siente un poco abatido y cansado. Durante todos estos años ha oído y sentido sin cesar las voces y vidas de tantas personas, y le ha llegado el rumor de cada estación, y aunque él sigue ahí con su traje y su bombín, sabe bien que ante sus ojos velados se han deslizado en el tobogán del tiempo, vertiginosamente, una época tras otra.
El hombre sin rostro sabe que todas las personas que recuerda han muerto.
Que nunca habrá una oportunidad de ver las imágenes que ya pasaron a estar en blanco y negro.
¿Adónde iría el hombre sin rostro si pudiese?
Él que en realidad, pobre ingenuo, salía hace siglos tan contento de la sombrerería, con su bombín bien encajado en la cabeza, cuando el dueño le retuvo.
-¿Sí? 
-Disculpe usted, ¿le importaría posar para ser reclamo de mi establecimiento?
-¿Cómo dice?
-Le queda a usted de maravilla ese bombín. Es usted el cliente más elegante de mi tienda. Ningún caballero podrá ir como usted con su sombrero nuevo, pero cuando le vean, todos soñarán con alcanzar su estilo, su savoir faire.
Nuestro hombre, que por entonces todavía tenía una cara, aceptó halagado. No tenía mucha malicia; no la suficiente para reconocer el brillo taimado en los ojos del sombrerero. 
¡Quién le hubiera dicho a él que el muy zorro iba a convertirle en su esclavo, a retenerle allí para siempre con una falsa paloma blanca de la paz!
Él que se compró el sombrero para...eso sí lo recuerda aún...para salir de paseo con su linda novia. 
¿Ella cómo se llamaba? A duras penas recuerda su voz...aquel timbre preocupado cuando intentó seguirle la pista en la sombrerería...por supuesto, su captor la despistó magistralmente. ¡Y qué cerca la tuvo! Su perfume también lo recuerda, aquel olor a lavanda. Pero claro, es que él ya no tenía cara.
De todas formas, ya nada importa. También ella debió de morir hace mucho, y antes de eso debió envejecer y ponerse bien débil y triste y fea, y antes de eso, a buen seguro, hasta se olvidaría de él o maldeciría su recuerdo, y se casaría con otro. ¡Si incluso el sombrerero ha muerto! Los que ahora llevan la tienda no tienen nada que ver con él; en realidad, ya ni siquiera se venden sombreros en ese local.
Pobre hombre sin rostro. Es un tipo bien simpático, y a pesar de todo sigue teniendo un corazón limpio e inocente.


sábado, 22 de junio de 2013

Votos de felicidad


Granada, Catedral, 15 de junio de 2013.
Granada, Cathedral, 15 June 2013.

"¿...Prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y así, amarla y respetarla todos los días de tu vida?"
Recordaba aún aquel voto de memoria. No solo por haberlo oído mil veces en las películas, no. Es que él, por aquel entonces, era muy creyente, y aquellas palabras del cura, a la vez solemnes y tiernas, que para eso el pobre hombre lo conocía a él desde bien chico, le emocionaron profundamente allí en el altar.
No habían tenido nunca un duro de sobra, y ni siquiera parecía entonces una vida fácil, pero él a Emilia la adoraba. Vaya que si la adoraba. El suelo que su Emi pisaba, él lo habría besado. Su santa era, y una cría, como quien dice, la Emi, como él mismo, cuando se conocieron y se casaron. Lo tontos que eran los dos.
Se acordaba él perfectamente de la primera vez que salieron juntos, vaya, con aquel vestido de flores que la tía abuela del bigote le había cosido por su santo del año pasado, y la tía abuela viuda, más benigna y también más feliz y libre, le había retocado.
Que con ese falso tan largo te ibas a quedar para vestir santos, niña le gustaba recordar más tarde a Emilia, se reía ella con ganas cuando se acordaba de la historia del vestido, le venía a la cabeza a veces, cuando estaban juntos en el dormitorio.
Ahí eran felices. Y luego también, en el fondo, ahora se daba cuenta, tarde pero lo veía. Lo que pasa es que luego vinieron los problemas. A él le echaron del trabajo y solo quedó lo que sacaba Emilia de dependienta en aquella tienda, y más tarde fregando también casas, y él siguió en el paro y le entró la pena negra. Borracho no es que fuera entonces, eso no, pero no tenía él que haber bebido tanto. Ahí todavía no. No le hacía falta, ahí. Violento nunca, eso sí. Ni esto. La Emi a él solo le aguantó las lloreras, la depresión, todo el negro que veía. Y de penas también tenía lo suyo, ella. 
—Yo no digo muchos —pensaba Emilia en voz alta, cuando ya no podía más en silencio—. Muchos no, que no da el dinero y tampoco es plan. Pero siquiera la parejita podíamos tener. Siquiera un niño.
No supieron bien nunca por qué no pudo ser. En algún momento ella se resignó a que no pudiera ser y entonces, cuando él estaba triste o vencido, lo acunaba sin darse cuenta como al crío que jamás vendría. Y entonces él se sentía culpable, porque aunque al principio también quería él su propia familia, secretamente había aceptado mucho antes que ella su ausencia. Quizá hasta fuera su propia culpa, al final. Por renunciar primero.
El cáncer sí que llegó, sin embargo. 
Se la comió enterita, el puto cáncer, a la pobre Emilia. Y se la comió despacito, además. Se tomó su tiempo, la cosa aquella. Y ya no quiere recordar más, y por eso acabó como acabó nada más morir ella, y por eso ahora sí que es un borracho y además poco le importa.
Se ha imaginado muchas veces que va a lo alto, a San José, y se muere bajo el nicho de ella, pero sabe que eso no va a pasar.
Con los ojos brillantes y húmedos, mira a su perra, echada junto a él en las escalinatas de la Catedral, adormilada por el calor, y le pasa una mano por el pelaje basto. Quién coño le mandaría a él plantarse allí justo después de una boda, para ponerse a pensar.
—Emi. Emi, bonita, tira. Venga, que nos vamos.
Al principio le dio apuro, ponerle ese nombre a una perra. Luego se dio cuenta de que ese era el único nombre que él quería pronunciar, y entonces le dio igual.

***

—¿Pero cuándo viene?
—Sabes que ella siempre llega tarde.
La ausente formaba parte de aquella hermandad temporal, femenina e internacional que se había fundado aquel curso en Granada. Todas estudiantes extranjeras, uno u otro programa de sus respectivas universidades las había reunido allí, y el centro de lenguas local hizo que se conocieran. Después, noches de fiesta, cenas multiculturales en pisos de estudiantes, viajes, percances y otras aventuras las convirtió en amigas. Un tapiz de acentos estadounidenses, británicos, mediterráneos, eslavos. Y una maraña de historias, una pequeña muestra concentrada de las relaciones humanas en los nueve meses que dura un curso académico.
—A lo mejor no viene.
—A mí me dijo que sí. Iba a pasar la mañana con Nico, comía con él en su piso y luego venía.
Eso era lo que llevaba todo el rato temiendo y deseando oír. Con Nico. Chiara y Nico, Nico y Chiara. Él era otro conocido de las noches Erasmus en el Sacromonte, un español que estudiaba allí Derecho. Ojos y pelo oscuros, piel morena, como si el bronceado le durase de un verano a otro. Cabrón.
—Mientras no venga ahora con ella...
—No va a venir, Jana. Ella sabe que tú no quieres. 
Ella, otra igual. Su mejor amiga hasta que tuvo la oportunidad de enganchar a Nico. No hacía ni un mes desde la última vez que él había estado en su piso, con ella, Jana, y a la otra le había faltado tiempo para tirarse a él. Ahora Nico seguía yendo al piso, solo que ella lo había dejado, enferma de celos.
Jana, no seas injusta tampoco.
—Yo no digo nada —las dos sonreían y fingían hablar de cualquier otra cosa, para que las otras no se dieran cuenta.
—Ya, pero se te nota mucho.
Había llegado a la ciudad enamorada de ella antes incluso de recorrer sus calles. Ahora, hacía tiempo que ya no sabía mirarla sin él en la cabeza, como un tumor mortal alterándole el cerebro. Cuando la dejase, se alegraría y lloraría al mismo tiempo por ella. Por haber perdido su sueño de venir aquí.

***
¡Cuántos colores! El rojo y blanco de las rosas, y los confetis diminutos de plata y rosa, y el blanco del arroz. Mamá le había explicado por qué en las bodas se tiraba arroz. La abuela Julia le había dicho que luego salía el cura, lo barría y con lo que juntaba se hacía una paella.
—Hay que ver las cosas que le dices a la niña —pero todos se reían, porque la abuela Julia era genial.
Le parecía tan bonito todo, que pensaba coleccionar confeti y pétalos y arroz de bodas. Tenía un frasquito de esos de cristal para la mermelada, y ahí echaba lo que recogía cada vez que iba de paseo y pasaba cerca de los restos de alguna boda. O cuando la prima Clara se casó el mes pasado. Casi toda su colección, en realidad, salía de la boda de la prima Clara.
—Cuando sea mayor y me case, le daré a la gente el frasco para que me tire todo lo que tengo guardado de ahí, y así será como si mi boda fuesen muchas bodas.
Mamá le había mirado un momento, como extrañada, y luego había sonreído y le revolvió el pelo, y la llamó ratona.

jueves, 20 de junio de 2013

Abril de 1931, junio de 2013 / April 1931, June 2013


Madrid, Sol, 16 de junio de 2013
Madrid, Sol, 16 June 2013


Madrid, Congreso de los Diputados, 17 de junio de 2013
Madrid, Congress of the Deputies, 17 June 2013

La bandera que enarbolan es una reliquia de tiempos pasados. Tiempos en los que se quiso hacer de España una nueva nación. Tiempos que fueron como un laboratorio de esperanza, promesas de progreso e igualdad.

Las probetas estallaron, el experimento salió mal, pero los recuerdos y reivindicaciones de quienes llevan esta bandera no están en blanco y negro, ni en sepia. Sus colores son el rojo, el amarillo y el morado.

Aun así, solo se conocen dos repúblicas en este país.

Y una se pregunta.

Del Congreso salen los diputados después de una jornada de trabajo. Los reconoces por su paso orgulloso, sus cabezas altas, sus frentes despejadas, su parsimonia. La calma de quien figura primero en la lista. Suben a un pequeño autobús, protegidos por escoltas, y el tráfico se congestiona y pita, y protesta y aguarda. El autobús, impasible, continúa su breve trayecto y aparca unos cuantos metros más allá, en plena acera. Las personas importantes bajan y se concentran en pequeños grupos a la entrada de un buen restaurante.

Y al lado pasas tú con tus tasas universitarias que suben y suben, con tu abecedario de la hipoteca, con el desahucio como una espada de Damocles sobre tu cabeza. Tú con toda tu incertidumbre de joven recién licenciado, de currante de base, de pensionista asfixiado. Tú con tus niños comiendo de beca y caridad en el cole. Tú, sin trabajo. Tú, con una enfermedad rara que no se investiga porque eres uno de apenas un puñado. Tú, españolito de a pie. Tú y como tú, otros.

Escraches, manifestaciones, quince emes, huelgas, protestas, comisiones.

Colores antiguos en Sol o en el Reina Sofía.

Hacer de España una nueva nación. 

Y una se pregunta.

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The flag they hoist is a keepsake, the remains of a time long ago past. A time during which people dreamed of turning Spain into a brand new nation. A time that was like a laboratory of hope, dreams of progress and equality.

The test tubes shattered, the experiment went wrong, but the memories and demands of those who hoist this flag are neither in black and white nor in sepia. Their colours are red, yellow and purple.
Yet, this country has only known of two republics.
One can only wonder.

Deputies leave the Congress after a working day. You can recognise them by their proud pace, their heads well up, their bright and clear foreheads, their calmness. The calmness of those who are always on the top of the list. They get on a small coach, protected by the bodyguards, and the traffic gets jammed, hoots, complains and keeps waiting. So does the coach — its short journey finished, it parks a few metres down the Congress, right in the sidewalk. These important people get off the coach and form small groups at the entrance to a fine restaurant.
And there you go, right next to them, with your university fees going up and up, with your fully unpaid mortgage, your potential eviction like a Sword of Damocles over your head. There you go, full of uncertainty as a young graduate, a blue-collar worker, an overwhelmed pensioner. You and your children, relying on grants and charity to eat at school. You, jobless you. You and your rare disease that gets no research, because it is only about you and a few more. You, poor little average Spaniard you. You and many more like you.

Escraches, demonstrations, March the Fifteenth, strikes, protests, commissions.

Old colours in Sol or the Reina Sofia Museum.

Turning Spain into a brand new nation.

One can only wonder.

miércoles, 19 de junio de 2013

Comunicación / Communication


Madrid, Malasaña, 17 de junio de 2013.
Madrid, Malasaña, 17 June 2013.


"Nos pondremos en contacto con usted."
Conservaba la esperanza de no haber oído el móvil. No haberlo oído, a pesar de que ahora estaba aún más esclavizada a él que el común de los mortales, y al rescatarlo de su bolso y consultar la pantalla habría una nueva notificación, con una vida igualmente por estrenar codificada en sus bits.
Pero no había nada.

Con un gesto automático, accedió a las redes sociales en las que estaba para dejar testimonio de su impaciencia, de su esperanza algo maltrecha. Después consultó el periódico y su álbum de fotos virtual. Por último, desganada, volvió a las redes sociales a cosechar las primeras reacciones a su estado. 
Al sumergir de nuevo el móvil en las profundidades abisales de su bolso, se sintió un poco perdida.
¿Qué haría si seguía sin haber nada?

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          We will get in touch with you.
Perhaps she had not heard the phone. Perhaps, even though she was now even more hooked on to the phone than the average person. Perhaps she would take the thing out of her bag and check the screen, and there would be a brand new notification, with an equally brand new life encoded within its bits.
Nothing.
She went through the motions and entered the social networks to tell others of her impatience, her somewhat undermined hope. She then checked the newspaper and her photo album online. Finally and half-heartedly, she went back to the social networks to reap the very first reactions to her status update.
She dropped the phone again in the abyss of her bag and felt a little lost.
What would she do if things kept going like that?

martes, 18 de junio de 2013

See you tomorrow



Malasaña, Madrid. 17 de junio de 2013.
Malasaña, Madrid, 17 June 2013.


See you tomorrow.
—Venga, adiós.
Se dio la vuelta antes de que el otro marchase. Para cuando su sombra se alejaba, alargada sobre la acera deslumbrada por el sol, él ya caminaba calle de Valverde abajo, su propio alter ego engullido.
Mediados de junio y había sido una mañana fría.
Apretó el paso. Al contrario que su cabeza, era ligero y ágil. Paso de quien se aleja de lo que está tan cerca y tan lejos.
See you tomorrow.

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            See you tomorrow.
            See you.

He turned round before the other one left. By the time he did, his shadow casting long across the sun-dazzled sidewalk, he was already walking down Valverde Street — his own alter ego faded into the shade.
It was already mid-June, yet that one had been a somewhat cool morning.
He quickened his pace, light and nimble — unlike his mind. The pace of someone who goes away from something that is so close, yet so far away.
See you tomorrow.