martes, 9 de julio de 2013

Junto al acantilado / By the cliff


Flamborough Head, Yorkshire, primavera de 2013.
Flamborough Head, Yorkshire, Spring 2013.

Poseídos por la curiosidad, los caminantes se acercaron a aquel pequeño claro en el sendero de tierra que conducía al acantilado. Se trataba de una vivienda; una bien extraña.
La casa parecía vieja y abandonada. A su entrada, un ejército de figuras recibían al visitante. Sin embargo, no eran los típicos gnomos de jardín, con sus gorritos de colores, su sonrisa y su estética jardinera de los noventa. No eran gnomos; se trataba de raras formas esculpidas en madera o escayola, acompañadas de un cartel cuya lectura, no menos enigmática, resultaba ya difícil por el paso del tiempo.
Entre los pequeños escalones de madera crecía la hierba, la misma hierba verde y jugosa del sendero, resultado de lluvias constantes y largas.
Los caminantes se miraron entre sí; después, miraron al líder de aquella peculiar guardia.
La figura representaba a un niño pequeño, quizás un querubín. Estaba desnudo y sostenía una forma circular, con los regordetes brazos alzados, sin inmutarse por el viento que soplaba. Sus ojos estaban vacíos, y en sus pequeños labios se petrificaba una tenue sonrisa.
Los caminantes permanecieron en silencio, mirando la graciosa escultura. Cada cual estaba pensando en los cuentos e historias de terror de su infancia.

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